Sentada en su coche, con lágrimas en los ojos y un tono distinto al habitual, confiesa que este 2025 ha sido su peor año y que se siente agotada física y emocionalmente.

No es un vídeo cualquiera; es el más personal que ha compartido en sus nueve años en redes sociales, y en él expone por primera vez las causas que la han llevado a este punto.
“Siempre he sido súper feliz”, arranca diciendo, intentando mantener el tono alegre con su característico “¿Qué tal, bombones?” antes de romper en llanto.
Lo que sigue es una confesión directa: lleva meses sin sentirse ella misma, atrapada entre su imagen pública y la realidad personal que atraviesa.
“No he sido tan transparente como he sido siempre. No estaba tan feliz, no estaba tan a gusto en redes sociales”, reconoce.
El detonante de esta situación, explica, fue la polémica del bolso de Dior, un episodio que marcó un antes y un después en su relación con el público.
Durante una colaboración con el youtuber Nil Ojeda, Lola se quejó de no recibir el bolso de lujo que él le había propuesto y conformarse con otro de menor valor.
La escena, percibida por muchos como altiva y materialista, le valió una oleada de insultos y críticas en redes, incluso de adultos. “Había adultos que me ponían a parir”, confiesa.
Aquello la llevó a blindarse, dejar de mostrarse tan natural y empezar a temer cada reacción de su audiencia.
Pero las redes solo fueron la punta del iceberg. En su vida privada, Lola atravesaba un torbellino emocional. En septiembre de 2024 falleció su abuelo materno, una figura clave en su crianza.
“Mi yayo y mi yaya me criaron toda la vida porque mis padres trabajaban hasta tarde”, recuerda, conteniendo las lágrimas.
Meses después, rompía su relación con Ibelky, con quien había compartido parte de su vida pública. “Se me hizo todo bola y yo no estaba bien”, resume.
Las consecuencias no tardaron en manifestarse en su cuerpo. Dolores de estómago persistentes, sangrados de nariz , algo que nunca le había pasado, infecciones en los ojos y en la garganta: una cadena de pequeños problemas de salud que, unidos, le hicieron ver que algo no estaba fluyendo.
“Son cosas insignificantes, pero esas pequeñas cosas me hacían ver que no estaba bien”, explica.
El impacto fue tal que incluso levantarse de la cama se convirtió en un esfuerzo. “Creía que estaba bien y estaba súper triste. No tenía ganas de nada”, admite.
En su vídeo, Lola no solo comparte su dolor, sino también su autocrítica. Reconoce que no ha podido ofrecer lo mejor de sí misma a su comunidad, pese a que laboralmente todo iba bien.
“A nivel profesional no me puedo quejar, pero cuando tenía que estar en eventos o hacer rodajes tampoco estaba bien. No podía dar mi 100% en el trabajo”, confiesa.
Por eso, pide perdón a sus seguidores: “Quiero que la gente que lleváis conmigo tanto tiempo me perdonéis porque sé que de verdad no he podido dar lo mejor de mí, ni he sido mi real Lola Lolita”.
Además, sin señalar a nadie, habla de personas que se han aprovechado de su confianza. “Cuando conozco a alguien siempre le doy muchísimos consejos, lo trato como si lo conociese de toda la vida y luego esa gente me acaba haciendo lo mismo”, lamenta.
Aunque insiste en que nunca hablará mal públicamente de nadie, deja claro que ha aprendido a poner límites: “Si hay gente con la que he dejado de relacionarme ha sido por algo. Porque me han fallado y yo los saco de mi vida”.
El vídeo no es solo un desahogo; es también una explicación. Lola quiere que su comunidad entienda por qué en los últimos meses no se la ha visto igual, por qué parecía más distante o menos espontánea.
La polémica del bolso de Dior, la muerte de su abuelo, la ruptura con su pareja y la presión de las redes se han combinado para dar forma al año más duro de su vida.
Sin embargo, también hay un mensaje de esperanza. Entre lágrimas, afirma que está empezando a recuperarse y promete volver a ser la Lola de siempre. “Quiero volver a subir lo que me dé la gana”, dice, dejando claro que su objetivo es recuperar la autenticidad que la hizo famosa.
Agradece el cariño de sus seguidores y asegura que cada encuentro con ellos le devuelve fuerzas: “Yo luego llego a casa y pienso en todas esas cosas. Me hacen muy feliz”.
El vídeo de Lola Lolita es, en definitiva, el testimonio de una influencer que, pese a su éxito, se ha visto sobrepasada por las críticas y las circunstancias personales.
Tras años de mostrarse como un referente de alegría y espontaneidad, ha decidido enseñar su lado más vulnerable y explicar los motivos detrás de su silencio.
Un paso valiente en un mundo donde la perfección parece ser la norma y donde pocas veces se ve la realidad que hay detrás de los números y las sonrisas.
Con este gesto, Lola no solo se reconcilia con sus seguidores, sino que abre un debate necesario sobre la presión y el desgaste emocional que sufren los creadores de contenido.
Y lo hace en el lugar donde empezó todo: delante de una cámara, hablándole a millones de personas que, esta vez, no ven solo a “Lola Lolita”, sino también a Lola Moreno, una joven de 23 años que intenta recomponerse después del año más duro de su vida.